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Relato: Perfecto el invisible de Javier Ballesteros

Un nuevo y original relato breve que nos muestra, en primera persona, las reflexiones y recuerdos de un individuo con el don de la invisibilidad y la influencia de sus actos en una hipotética realidad paralela más que similar a la nuestra.

De nuevo nos encontramos con una singular propuesta de Javier Ballesteros. Si os gusta, podéis seguir a este artista novel en su Instagram @heraclit0. Sin más dilación, aquí podéis disfrutar del relato Perfecto el invisible.

 

Perfecto el invisible

Me llamo Perfecto Rodríguez Ruidrobo, tengo 50 años y creo que soy un superhéroe. Bueno solo lo creo porque no se lo he contado a nadie, pero resulta que me puedo hacer invisible. Al principio me asusté mucho, hace ya 30 años: estaba solo en casa de mis padres y por aburrimiento, tal vez, me puse a chupar un limón que tenía al lado de la infusión que me había hecho. Sentí como un cosquilleo, más allá de la acidez propia del limón y como una arcada hacia adentro que me produjo una convulsión. Cuando me quise dar cuenta, no era capaz de ver mis manos, veía mi ropa suspendida en el aire, con los contornos de mi cuerpo. Al principio estaba muy sorprendido y no hacía más que mirarme al espejo para ver cómo mis pantalones cortos y mi camiseta se movían como si tuvieran vida propia pero, pasado un rato, empecé a preocuparme por si me quedaba en ese estado, entonces me entregué a la ansiedad: ¿cómo iba a vivir sin que nadie me viera?, ¿cómo iba a perder la virginidad? O, mejor aún, e incluso condición necesaria, para responder a la pregunta anterior, ¿cómo iba a echarme novia? En esas disquisiciones me encontraba, cuando me sobrevino un fuerte retortijón, que me hizo dirigirme al baño, con una urgencia perentoria. Satisfechas las necesidades intestinales, comprobé que la visibilidad había vuelto a mi cuerpo.

Con el tiempo aprendí que la invisibilidad me la producía la acidez de chupar un limón, pero no cualquiera, tenía que ser ecológico, no valían los de invernadero, o los que estaban tratados con demasiados pesticidas, y que el efecto desaparecía aproximadamente en una hora y que tenía como efecto secundario, una cagalera intensa, que avisaba solo con unos segundos de antelación.

Los primeros años, usé estos poderes básicamente para espiar a las parejas, escuchar conversaciones ajenas y colarme en casa de las chicas que me gustaban para verlas desnudas. Hubo una época, que por el abuso de esta nueva facultad y sus efectos secundarios, me quedé escuchimizado, como si viviera bajo los efectos de una gastroenteritis eterna. Con el tiempo, pensé que tal vez podía usar estos poderes para ayudar a la sociedad y todo eso que veía que hacían los superhéroes de verdad, y no sólo para contemplar los pechos de la vecina. Así que empecé a leer los periódicos e informarme de lo que pasaba en el mundo. Me había prometido a mí mismo usar mis poderes para delatar y denunciar las injusticias de los políticos y construir un mundo mejor pero, aún así, seguía colándome en algún vestuario o habitación femenina, pero lo hacía ya de forma esporádica. Enseguida aprendí a introducirme sin ser visto, en ministerios, despachos de abogados, Congreso de los Diputados… Para ganarme la vida y como tapadera, fundé un despacho de detectives privados y me convertí en el mejor del país. Con mis súper poderes, me era muy fácil resolver cualquier caso:

RODRÍGUEZ & RUIDROBO DETECTIVES

Supongo que os sonará el caso Roldán en los 90, fui yo quien se coló en su despacho y destapó todo el escándalo del entonces director de la Guardia Civil. Ese fue mi primer gran caso y, a partir de ahí, cualquier caso de corrupción conocido, que haya salido en los medios, podéis estar seguros de que he sido yo. Me he convertido en azote de los corruptos, por eso me conozco cada rincón del Palacio de la Moncloa, de la Casa Real o del Congreso de los Diputados y conozco todas las intrigas y devaneos. A la menor prueba, destapo todo el cotarro. Mi última obra maestra ha sido el caso del Rey Emérito, Juan Carlos, y esa fortuna de 100 millones que sisó a costa del estado. Aunque también estoy muy satisfecho con todo lo de la Gürtel, no tanto por los resultados penales, como por la información que ha trascendido. Mis poderes son limitados, solo puedo sacar y señalar la corrupción, después ya no depende de mí.

Aunque cada vez menos, sigo colándome en alguna alcoba o vestuario, a deleitarme en la contemplación del cuerpo femenino, es mi debilidad y además, no tiene nada de malo, puesto que nadie se entera. Con todo lo que hago por esta sociedad, creo que me lo puedo consentir.

Como se puede deducir fácilmente, el confinamiento por el el dichoso virus no me está afectando en absoluto. Yo salgo a pasear como si nada, guardando la distancia, por supuesto y teniendo en cuenta que, para ser completamente invisible, tengo que estar completamente desnudo. Así que limito mis secretos e invisibles paseos a las horas en las que da el sol y procuro estar en casa antes de que se produzca el primer retortijón. Pero la verdad es que es muy aburrido, estar en la calle y no tener a nadie a quien observa o espiar, puesto que todo el mundo va solo o con su perro. Estoy deseando que acabe esto.

De momento, procuro que no me falten limones de huerta, ni papel higiénico.

 

 

Modificado por última vez enMartes, 31 Marzo 2020 09:31

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